martes, 16 de abril de 2013

DE IDA






Después de la pelea de cada mañana con Juan y los niños para que sean puntuales, sale de casa arrastrando el hastío como una sombra de alguien que no es ella. Piensa en si esta vez él conseguirá imponer su autoridad y logrará que la niña llegue, al menos, peinada al colegio o –una vez más– acabará encontrando algún pretexto que justifique su incompetencia como padre. Camina hasta la estación de trenes masticando la desazón que lleva años pegada a sus lágrimas insípidas. Intenta recordar la última vez que Juan y ella rieron al unísono y con ganas, pero no lo consigue. Se pregunta cómo dejaron de estar juntos para acompañarse –cenas en las que sólo se mastica–, cuándo perdieron la ilusión –aquella mañana en la que él llegó con la carta de despido–, dónde quedaron sus charlas interminables –horas de televisión en sofás diferentes y alejados–, por qué se escapó el deseo –meses de sexo escaso y orgasmos fingidos–. 

Mientras oye caer las monedas en el cajetín de la máquina expendedora de billetes, siente que cada clang es como una campanada doblando la muerte de sus anhelos. Ya en el andén, en tanto mira una y otra vez la puerta por la que ha llegado, piensa en que daría su vida porque éste fuera ese tren metafórico que no se puede perder porque no volverá a pasar. Espera –ingrávida– a que aquellos que conocen su destino se atropellen al bajar y sólo cuando el vagón queda vacío entra y se sienta. Apoya su cabeza en el cristal, como cada vez que conquista un asiento de ventanilla, pero –al contrario de lo que hace cada mañana– no cierra los ojos. Quiere ver cada segundo del viaje.


-oOo-

[Imagen obtenida de Google]

66 comentarios:

Loli Pérez dijo...

Pedro, me alegra que vuelvas a deleitarnos con uno de tus relatos.
Vuelvo a admirar cómo en tan poco espacio eres capaz de hacernos sentir
el vacío, el vértigo, tal vez el miedo o la desesperación que siente esa mujer, de forma sutil e intensa.
Emotivo, duro se podría decir, pero sobre todo hermoso y grande.

abrazos muchos

Marta Roussel Perla dijo...

La promesa del cambio, de la mano de la esperanza, se vislumbra al final del microrrelato: un nuevo comienzo. Es una historia sencilla y las figuras transmiten. Yo he leído un amanecer. Y ésa clase de historias son las que más me interesan.

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Es pura sensación, se paladean los sentimientos.

María Eva Ruiz dijo...

Me alegro de volver a leerte. Eres de esas personas que transmites tanto la belleza como la dureza de una situación con tal maestría que a mí me dejas "muerta". Me fascina tu forma de escribir Pedro, en muy pocas líneas eres capaz de resumir un mundo vacío y lleno a la vez. Vacío de expectativas y lleno de problemas que se ocultan tras el maquillaje de cada día.

Un abrazo grande,

Eva.

Nicolás Jarque dijo...

Pedro, intuyo en este microrrelato una huía a no se sabe donde, aunque con energía segura de escapada. Impresiona como has sido capaz de introducir al lector en esa angustia ligada a esos momentos soporíferos de una vida ya gris.

Como siempre es un placer leerte.

Un fuerte abrazo.

omar enletrasarte dijo...

Como se sufre situaciones como las del relato, parece un estigma social
saludos

Puck dijo...

Cada palabra sabe a soledad pero al final nos dejas un hilo de esperanza. Me gusta mucho esa forma de ir desgranando toda una vida en el momento en el que puede empezar a cambiar.
saludillos

Alfonso Carabias dijo...

Buen trabajo Pedro, cada vez que leo me tienes en tensión durante todo el relato, y como ya te conozco de leerte a menudo, se que el final no me va a dejar indiferente, y asi ha sido.

Un placer leerte, como siempre.

Carmen Quinteiro dijo...

Madre mía, Pedro. Todo duele en este texto tuyo.Has conseguido condensar el aburrimiento vital junto con el dolor de lo perdido que estremece de una manera brutal.
Hay qué ver lo que me maravillan este tipo de relatos que emocionan al tiempo que zarandean, porque en la superficie más que en el fondo, todos lamentamos o tememos que este desasosiego también esté o pueda estar , de alguna forma, presente en nuestro día a día.
Me ha gustado mucho. Gracias por escribirlo.
Besos.

Bee Borjas dijo...

Es un placer leerte, Pedro. Este texto es tan intenso que cada palabra pesa y transmite la tragedia en que se convirtió la vida de la protagonista. No das respiro y por lo menos en mi caso, con el último aliento aspiro a que ese final le ofrezca una buena oportunidad.
Felicitaciones y un abrazo de corazón!

Miguel Ángel Page dijo...

"Se pregunta cómo dejaron de estar juntos para acompañarse", ahí ya me habías ganado. Luego esa historia de soledad y rutina tan bien llevada te va arañando poco a poco. Y ese "de ida" es el ejemplo de título perfecto.
Mis felicitaciones, don Pedro.

Piel de Retales dijo...

He tenido que detener en el andén a una lágrima que ya había comprado billete tan sólo de ida. Me emocionas Pedro, siempre lo consigues. Besos

Miguel Díaz Mirón Keusch dijo...

Tremendo relato Pedro, me gusto muchísimo. Imagino lo difícil que será para esa mujer llevar a cuestas la vida. Y lo peor es que hay millones de personas, mujeres y hombres, en su misma situación. Un abrazo.

Unknown dijo...

Un durísimo retrato del adversariato tan estéril que surge en las parejas ante la afrenta de la adversidad.
Si tan sólo supieran vivirse un hombre y una mujer como refugio de éxtasis donde dejar atrás toda insatisfacción y brindarse una recarga de amor para sobreponerse a lo que venga.
Bravo.

Yashira dijo...

Un relato que te deja ese saborcito amargo, no en la boca, sino en el corazón. Ese ir deshilando cada uno de los momentos que se perdieron y ese ansia por vivir momentos de verdad. El tren como metáfora de la vida, a él se sube esperando encontrar lo que no tiene. No importa lo mínimo que sea, sólo necesita vivir el presente.

Un abrazo, me gustó las sensaciones que creaste en mí. Tus relatos son mágicos a la hora de transportarte.

escarcha dijo...

de ida! que lamentable es saber que el texto se acopla a la realidad de muchos, será un viaje de ida, buscando nuevas ilusiones.

saludos Pedro

Sandra Montelpare dijo...

Se escapó el amor, se escapó el deseo, se escapó la vida misma. Todo hilado con un campo semántico que refuerza las sensaciones. Bellísimo microrrelato, Pedro.
Saludos siempre admirados van.

César Augusto Pacheco dijo...

Este texto me ha provocado un vendaval de sentimientos encontrados agolpándose en la garganta, en el corazón, en el alma... Enorme (por lo sublime) y crudo relato. Ojalá que esos ojos abiertos sean el amanecer de un nuevo comienzo, de un giro posible. Un gran abrazo Pedro.

Henry dijo...

Cuando he empezado a escuchar las monedas en la maquina expendedora de billetes, me he desplazado al andén y la he visto subirse al tren. Incluso me ha parecido, cuando he bajado del vagón, que se sentaba en el último asiento.
Un saludo

puri.menaya dijo...

Has pintado con gran detalle la evolución de una vida, desde una escena cotidiana y repetitiva hasta la mirada al pasado comparado con el presente. Al final nos dejas con una desazón en el alma y con esa pregunta de qué querrá encontrar la protagonista por la ventana de ese tren.

Sara Lew dijo...

Difícil esa partida, y más lo es por dejar atrás los hijos.
Me gusta como desarrollas la historia, la colmas de detalles y de descripciones interiores que la hacen profunda y vívida.
Un beso.

Petra Acero dijo...

Pedro, un micro de cómo contar, captar, atrapar la atención, la sensibilidad, la intriga del lector con materia prima cotidiana, conocida (más fuerte todavía: aburrida, de la que no se habla o comenta).
Tú lo consigues, nosotros disfrutamos.

Un besazooo

CDG dijo...

Bravo, Pedro. Lo he leído dos veces. La segunda deteniéndome en cada golpe de sensibilidad bien entendida.
Un abrazo.

Yolanda dijo...

Un día cualquiera, una mujer como tantas, un marido más, su hija... y una vida gastada detrás, la realidad de muchas familias, y una reflexión sobre el lento camino hacia el desgaste de la convivencia y la pareja.
Todo ello lo muestras con un lenguaje sencillo y envolvente que hace que la historia llegue con facilidad al lector. Y, además está el título, que importante es y que logrado en este caso.
Una vez más, gracias por tus letras .
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Qué bueno, Pedro! Y qué manera de dejar abierto-cerrado una demoledora historia

Anónimo dijo...


Para mí la protagonista va a realizar un viaje interior. Creo intuir un cambio positivo en su vida al final de la narración.

Besos!

Anónimo dijo...

Pobre...creo que tomará el primer tren de vuelta a esa nada porosa que habita porque se siente cosida a ella...esta será la primera de muchas otras veces. Quizá los trenes la lleven más lejos cada vez.


Es una historia tan triste que nadie está libre de convertirse en protagonista de ella. Y tan bien contada que parece más triste ;)

Un abrazo, Pedro

fus dijo...

Es un relato donde la crueldad cotidiana està reflejada. En estos tiempos que vivimos cuantas parejas se encontraran inmersas en historias como la tuya. Nos estàn convirtiendo en una sociedad triste, con historias de novela negra.

un abrazo

fus

Anónimo dijo...

Bello texto, se lo estaba extrañando. Pienso en cuántos y cuántas abordarán trenes y ómnibus, anhelando ese golpe de timón necesario, para refundar de nuevo (si es posible) lo que fue alguna vez o para tener el valor necesario y cambiar el rumbo del viaje.

Abrazo

Pablo Vázquez Pérez dijo...

Hola Pedro.
Has punteado el relato, quiero decir que no lo trazas con grandes acciones sino con pequeños detalles. Me ha sugerido una narrativa más oriental por lo esencial de la mirada, de cada suceso.
Leyendo cómo mantienes cada vez mejor la tensión interna, da la sensación de que necesitas irte al relato más largo, pero ya te escribo, es solo una sensación. Un abrazo.

Berta dijo...

Cada palabra en el sitio que le corresponde. Bravo

Aldabra dijo...

condensas tantos temas en un espacio tan breve que daría para hablar largo y tendido.

pero por encima de todo pulula un gran dolor, una gran impotencia, una gran resignación a la situación establecida.

el paro; el desamor; el hastío de la rutina; la falta de deseo; las ansias de aventura; los sueños perdidos; los sueños imposibles; el deseo de cambio...

y fíjate, se podría hacer un ensayo filosófico con cada una de esas propuestas.

biquiños,

Unknown dijo...

Con cada palabra, cada verbo, cada adjetivo has conseguido de manera magistral, diría yo, que todos seamos la protagonista de ese viaje de ida. Te juro que he sentido el frío cristal cuando he apoyado la cabeza en él y he respirado la desazón del que sabe que no hay marcha atrás.
Te felicito por este trabajo y como siempre, es un placer disfrutar de tu talento.
Besos idos.

Patricia Nasello dijo...

Un relato maestro, Pedro. Compartimos, como lectores, la angustia de tu personaje. Y la esperanza de camio.
Por ella, por nosotros (que quedamos atrapados entre estas líneas), es mi deseo que esa esperanza se vea justificada.
Un fuerte abrazo

Javier Ximens dijo...

Es que ya no sé qué decirte, Pedro. Un primer párrafo en el que presentas una realidad muy frecuente, unos hombres inútiles criados o creados para la búsqueda del sustento y casarse con las mujeres de "pata quebrá", no aptos para la sociedad actual. Hay un hecho clave también en el relato: La pérdida del empleo. Algunos de mi generación no fuimos educados o no quisimos educarnos para la paternidad. Todo en definitiva se complica cuando la pareja deja de ser dos.
El segundo párrafo de por sí es todo un microrrelato genial, que quizás deje más abierta las causas de esa fuga.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Ante tanta insustancialidad que le roba la alegría, se dibuja ese final esperanzador donde se toma conciencia y se decide vivir con los cinco sentidos. Seguro que lo mejor está por llegarle, pues con los ojos bien abiertos (tanto los del espíritu como los de la cara) poco va a perderse.
Me gusta ese final tan evocador y que tantas puertas abre. Romper el hastío no es fácil y conviene celebrar que se opere.
Un abrazo, Pedro.

Rosa dijo...

Pedro, con cada palabra, has ido encogiéndome el corazón, hasta que no le cogía más tristeza. ¡¡¡Bravo!!!

Besos desde el aire

Humberto Dib dijo...

Pedro:
Creo que ya te lo comenté, creo que muchos tendríamos que hacer como tú: subir un texto potente, incontrastable, cada tanto. ¿Para qué publicar tanto si...?
La historia es amarga, pero está tan bien contada que no deja mal sabor de boca. La poesía (poesía en términos generales) suaviza la realidad.
Me gustó mucho el uso de los tiempos verbales, hay muchos tiempos y todos adecuados.
Un fuerte abrazo.
HD

Pedro Herrero dijo...

Un texto extremadamente elegante, Pedro, en tu línea de dibujar con trazo fino un panorama cuya tristeza se acumula en cada frase. Emotivo y sereno a manos llenas. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Logras crear en el lector la sensación de ver reflejada gran parte de su realidad. Con cada frase nos vas encogiendo el alma. Enhorabuena. Gloría Arcos

Lola Sanabria dijo...

Una pena llegar a tanto aburrimiento, a tanto desamor. Aunque al final brille un punto de luz.

Abrazos esperanzadores.

Juanlu dijo...

Se siente la tristeza, le cala a uno conforme va leyendo y sintiendo lo que ella siente.

A sus pies!

Un abrazo enorme!!

Laura dijo...

Buenos días Pedro, llego a tu casa con un tipo de lectura que me encanta: la de la narración sumergida en los pequeños detalles que hacen que un momento, un instante de vida se torne en novela. Me gusta porque me introduces en la lectura de una forma ágil y sintiendo que estoy dentro de ese breve fotograma que refleja una partida, una huida, un abandono consciente hacia otro lugar que le permita respirar y vivir en plenitud y con los ojos muy, muy abiertos.

Es como si esta pieza, formara parte de un relato breve algo más largo, o al menos a mí me lo ha podido parecer en un momento de la lectura.

Me ha gustado Pedro, mucho.
Recibe un abrazo de domingo soleado en el que los trenes parten con rumbo y destino prefijado. (Es que me tengo que montar en uno de ellos en breve para ir a buscar a mi hio que esta de fin de semana, jiji, usto al contrario que tu micro).

Besos.

Paz Monserrat Revillo dijo...

A esto se le llama mirar de frente a la pérdida, a lo que no nos gusta ver. Los ojos bien abiertos.Y para eso se necesita mucha valentía,tanto para hacerlo como para encontrar las palabras con que expresarlo,así que ¡felicidades, valiente!.
Un abrazo

Anónimo dijo...

me gusta leer estos textos tuyos tan realistas y tan emotivos, tan tristes, aunque al final, al compás de la moneda se vislumbre un cambio.

Muchos besos

Miguelángel Flores dijo...

Qué gran historia, Pedro. Qué bien la cuentas. Qué bien das los detalles, los motivos, las causas que llevan a esa huida a no sabe dónde (al contrario que los que bajan). Me parece acertadísimo ese título sin vuelta y ese final de ojos abiertos. Estupendo, Pedro, una gozada.

Un abrazo.

Elysa dijo...

Bueno, creo que te lo han dicho todo, hasta mi niña ha opinado en FB, más no te puedo decir. Que dibujas muy bien los sentimientos, que consigues sumergirnos en la mente de ella y sentir lo que siente.Que te apropias de la voluntad del lector y lo convences, eso está claro.

Besitos

Paula Sánchez Álvarez dijo...

Es difícil alabar al afamado escritor cuando ya está todo dicho... Así que me limito a repetir lo de todos los meses:

Es imposible no sentir la historia en la columna, y da muchos escalofríos.
Me gustó mucho.
Carry on.

Raquel dijo...

Llego tarde, así que ya no queda mucho que decir. El texto es puro sentimiento porque está tan bien escrito...

Besos,

josé manuel ortiz soto dijo...

Genial, Pedro. La atmósfera se siente, se ve, un corto metraje hecho de palabras.

Saludos.

Manuel R. dijo...

Me gusta mucho. El fracaso de esa relación de pareja y ese hastío vital, calan con fuerza.
Al final hay un atisbo de esperanza provocada no por algo concreto sino por esa pequeña muestra de íntima rebeldía de ella que se niega a ser derrotada del todo.
un gran micro, sin duda.
Un saludo.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Pedro:

Tal vez, viendo pasar la vida por la ventana, se aleje de la triste realidad que la acompaña.

Un abrazo.

Ana Crespo Tudela dijo...

Un buen ejemplo de que un texto limpio, sin apenas adjetivos, puede conmover, conmocionar a los lectores.
Lo que sería perfecto es que, además de la reflexión inmediata que nos provoca, sobre la realidad a la que, de una manera u otra, todos estamos sometidos, nos sirviera para que, al final de ese viaje esperanzador, ya no nos viéramos como posibles protagonistas de este relato.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Relato que nos desnuda.
El tren de la vida nos da un viaje incierto cuando somos pasajeros con equipajes pesados.

Saludos amigo Pedro

Janial dijo...

He tenido que leerlo tres veces para ver asomar una leve sonrisa en su mirada. Como siempre, tu cuento en su punto de cocción.

Rosy Val dijo...

Pedro me gusta leerte, te haces desear tanto, que me sabido a poco.
Un abrazo.

Rosita Fraguel dijo...

El final es el mayor acierto de este microrrelato. Me parece sublime la forma en que has resuelto la situación. Enhorabuena Pedro.

Una duda, donde dice "su incompetencia como padre", ¿está correcto o sería "su incompetencia como madre"?

Nel Morán dijo...

El tedio de la vida, apenas comentado y sin embargo en todas las conversaciones. Saludos.

Ángeles Sánchez dijo...

A veces basta con abrir los ojos y no perderse ni un segundo de la vida que pasa. Me gustó el relato Pedro, hilas fino en los detalles y llegamos a ver, frase a frase, el desasosiego de la rutina.

Saludos

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Uhhh, lo que se viene...
Excelente, Pedro, mostrás de forma ideal lo que la rutina y el hastío pueden hacerle a la vida en pareja. Además de redactarlo desde la perspectiva de la mujer, lo que, para mí, es muy difícil de hacer.
Me gustó mucho, y me atrapó ese final abierto, genial.
¡Saludos!

Luz Leira dijo...

Fantástica radiografía del hastío, donde cada palabra parece medida y pensada, escogida con mimo. Por lo que llevo leyendo, me parece que esta es una constante en tu estilo. Deja siempre una impresión de exactitud de lo contado maravillosa.
Un abrazo. Qué bueno leerte.

romi dijo...

Pedro que hermoso relato, es como estar dentro de la historia, gracias por compartirlo, buen finde.


Cariños

Raúl dijo...

Por lo general, me encantan las historias de trenes,... aun los metafóricos.
Buen relato.

Midala dijo...

Y tan cierto Pedro...tantooo!!!cuantisimas parejas están ssí...hastiadas...cansadas y alejedas.Y ...es una pena...por que solo existen dos caminos para solucionarlo...manos a la obra o cada uno por su lado.Bikos pedro genial como siempre!!!

Belkys Pulido dijo...

El mayor problema de un hogar es cuando cada día es idéntico y cada pequeña batalla apesta a cotidiano, es entonces cuando muchos claudican y se salen a mirar el mundo y en una ventanilla puede acechar algo que parece y no es amor.

Gala dijo...

Precioso.
Hay que subirse cada día a un tren, romper la rutina de algún modo.
Lo importante es no cerrar los ojos, nunca sabemos que podemos llegar a ver y que nos traerá ese viaje.

Besitos, desde Tarragona.