lunes, 25 de junio de 2012

LA TABERNA DEL CALLAO




Esta tarde la alegría me la ha regalado Javier Merchante, el propietario de La Taberna del Callao. Allí, como siempre en audio, Javier ha publicado mis micros DEFENSA PROPIA  y SUPERSTITE.

Para quienes no seáis parroquianos, en La Taberna del Callao -como en todas las buenas tabernas- se disfruta escuchando. Allí, Javier y su equipo de camareros, ponen voz y banda sonora a microrrelatos de las mejores BLOGdegas de la red. Los narradores de mis relatos - Antonia M. Zurera y el propio Javier- han hecho un trabajo magnífico que a mí me ha emocionado.

Quiero dejar constancia pública de mi agradecimiento a Javier por este regalo. Es la primera vez que oigo alguna de mis letras en una voz distinta de la mía o de las que me rodean en mi intimidad.

Esta vez no os invito a leer, sino a oír. así que si aceptáis mi propuesta, subid  el volumen y abrid la puerta de la Taberna aquí.


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martes, 19 de junio de 2012

MÁQUINA DE COSER PALABRAS




Hoy, Juan Yanes, me ha hecho el regalo de llevarse mi AUSENCIA a su Máquina de coser palabras -con la excelente foto que acompaña esta entrada- y con ello me ha arrancado la mayor sonrisa de satisfacción del día.

La Máquina es una parada obligada en mi circuito de lecturas porque allí Juan cose literatura de la que enriquece al cuarto género. Más allá de sus propios microrrelatos -que sitúan el listón a un nivel muy alto- Juan nos descubre piezas, libros y autores imprescindibles para quienes nos hemos rendido al vicio de la microficción. 

Desde aquí quiero dejar constancia de mi agradecimiento a Juan por situar mi nombre en la lista de autores publicados en la Máquina, y por descubrirle a sus amigos el camino hasta este rincón.

A quienes ya hayáis leído AUSENCIA, os invito a pasearos por las innumerables entradas de la Máquina de Juan. Os garantizo que no os defraudará la experiencia.


El viaje comienza aquí.



[Fotografía de Alan Moise Arbib]
[Tomada del Blog Máquina de Coser Palabras]

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jueves, 7 de junio de 2012

NEGLIGENCIA






Llegas a urgencias inconsciente e inmovilizado en la camilla. Despiertas para oír cómo el médico que te atiende ordena «Resonancia y al quirófano». A pesar del dolor –agudo, abrasador- en lo único que piensas es en cómo explicarás qué hacías saliendo de aquel motel en vez de estar trabajando. Aún aturdido, traspasas las puertas del quirófano e intentas componer tu mejor gesto cuando, a pesar de todo el alboroto, entrevés quién será tu anestesista y suspiras pensando en que para él, tú solo eres uno más en esa tarde de tormenta. 

Sabes -¿cómo no vas a saber?- que el Dr. Godoy es el marido de Martita, «el mejor culo que traspasara el portal del Club Náutico en sus ciento diez años de historia». ¿Cuántas rayas habréis compartido Martita y tú -aprovechando sus guardias y congresos- sobre la sonrisa indolente del doctor, en la foto de 20 x 30 en marco de plata maciza de su luna de miel en Nassau? Te alegras –y mucho- de que al llegar a urgencias te hubieran despojado del Tag Heuer que pertenecía a Godoy y que Martita te obsequió aquella noche en que le contaste cuánto deseabas tener un reloj así. «Ya lo convenceré de que lo ha perdido» te dijo mientras lo colocaba en tu muñeca izquierda. Ella siempre ha sido generosa, para regalar y para regalarse. 

«¿Fumas mucho, verdad? Deberías dejarlo ya. Tu oxigenación en sangre es penosa» te dice Godoy en un tono de barítono que se impone al ruido que generan las enfermeras y las máquinas del quirófano. Respondes con tres síes murmurados con voz árida, porque –aunque encontraras las fuerzas suficientes- crees que es mejor que sugerirle que se vaya a tomar por culo. 

«Ahora, tranquilito, vas a contar desde cien hacia atrás, que vas a dormir» te susurra Godoy al oído, como paladeando cada sílaba. Entonces le miras y descubres que esa sonrisa abúlica que le conoces forma parte de su estrategia para distraer la atención de la inquina que escupe su mirada aviesa. «Hi-jo-de-pu-ta» es lo último que le oyes mascullar antes de que se te cierren los ojos.

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[Imagen obtenida de Google]
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