Bien sabes que no me gusta que hayas cambiado la tela de los sofás, que aborrezco el color salmón. ¿Y la lámpara que trajimos de Kenia, dónde está? ¿Eh? ¿Dónde coño está la lámpara? Y las alfombras. ¿Cuándo compraste estas alfombras de mierda? ¿Y las que teníamos, dónde las pusiste? ¿Por qué sacaste la piel de cebra de debajo de mi butaca de leer? ¿Ya no combinaba?
Pero lo peor es lo que me has hecho con los libros ¿Por qué no los habrás dejado como estaban, por género y autor, en vez de ordenarlos por el color del lomo? ¿A quién se le ocurre? Bien sabes que odio que me toquen los libros, que no soporto que uno solo esté fuera de su sitio. Que el orden es: género y autor por orden alfabético. No hay otro orden posible, pero no te enteras.
Sí, ya sé que nos divorciamos hace más de un año, pero hasta hoy no había podido ver todo este despropósito. No me dejaste volver a entrar. ¿Recuerdas? Mil excusas para mantenerme alejado. Ahora ya veo por qué.
A mí me da igual lo que diga la sentencia. Me importa una mierda la opinión del juez, del fiscal y de tu abogadito repeinado y metrosexual. Ya me dirás como le pagaste a ese para que me jodiera así. ¿Te lo tiraste? ¿O sigues yendo dos veces por semana para arrodillarte en su despacho?
¡Joder! Mira que bien podrías haber dejado todo tal como estaba, tal como lo habíamos puesto tú y yo. Pero no, tenía que ser como quería la señora, que ahora es la dueña de todo.
¡Es que no puedes ser más estúpida! Si te hubieses quedado quieta, nos habríamos ahorrado todo esto y ahora no tendría que ponerme a lavar la mierda esta de los Masai; ¿Cómo se llamaba, Rungu?
Pero lo peor es lo que me has hecho con los libros ¿Por qué no los habrás dejado como estaban, por género y autor, en vez de ordenarlos por el color del lomo? ¿A quién se le ocurre? Bien sabes que odio que me toquen los libros, que no soporto que uno solo esté fuera de su sitio. Que el orden es: género y autor por orden alfabético. No hay otro orden posible, pero no te enteras.
Sí, ya sé que nos divorciamos hace más de un año, pero hasta hoy no había podido ver todo este despropósito. No me dejaste volver a entrar. ¿Recuerdas? Mil excusas para mantenerme alejado. Ahora ya veo por qué.
A mí me da igual lo que diga la sentencia. Me importa una mierda la opinión del juez, del fiscal y de tu abogadito repeinado y metrosexual. Ya me dirás como le pagaste a ese para que me jodiera así. ¿Te lo tiraste? ¿O sigues yendo dos veces por semana para arrodillarte en su despacho?
¡Joder! Mira que bien podrías haber dejado todo tal como estaba, tal como lo habíamos puesto tú y yo. Pero no, tenía que ser como quería la señora, que ahora es la dueña de todo.
¡Es que no puedes ser más estúpida! Si te hubieses quedado quieta, nos habríamos ahorrado todo esto y ahora no tendría que ponerme a lavar la mierda esta de los Masai; ¿Cómo se llamaba, Rungu?
Lo que más me jode, es que no sé cómo le voy a quitar las salpicaduras de tu sangre a las novelas de Faulkner.
[Imagen obtenida de Google - RUNGU - Arma tradicional de varias tribus de Africa oriental]
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