miércoles, 16 de noviembre de 2011

APETENCIA






La especulación en Bolsa me permitió convertirme en un millonario anónimo hace diez años, antes de cumplir los treinta, y así poder vivir de acuerdo con mis deseos y aspiraciones. La educación en el Liceo Francés me dotó de una cultura sólida y la posibilidad de hablar tres idiomas sin que pueda distinguirse mi origen. La afición gastronómica de mi abuelo materno me subsumió en los placeres del sibaritismo. Mi encanto, sin embargo, no es adquirido, ni retocado, sino puramente natural; heredado de mi abuela paterna. He de reconocer, no obstante, que la traza de infortunio inopinado que parece acompañarme es artificial, calculada, entrenada con el único fin de utilizarla como golpe de gracia en el juego de la seducción. No he encontrado a la mujer que se resista a proteger a un ángel soñado en momentos de desdicha. Como resumen considero imprescindible subrayar que cada uno de éstos es un hecho comprobable y no opiniones vertidas por causa de una egolatría hipertrofiada.

En lo que a las mujeres respecta mi hedonismo me lleva a elegirlas en el mejor momento de sus vidas; cuando ya han cumplido los veinticinco pero no han llegado aún a los treinta y lucen una talla treinta y ocho por obra de la genética. Presto especial atención a la naturalidad. Detesto los retoques estéticos y descarto en diez segundos a las portadoras de prótesis por hermosas o apetecibles que puedan ser ellas.

Ser rico, atractivo y culto convierte a la conquista en una apuesta tan sencilla que hace de este punto del proceso la circunstancia que menos regocijo me genera. El goce llega en el momento en que se convencen de que las amo por lo que son y no por como lucen. Los estándares de la belleza exterior son tan exigentes y la cotización de la interior está tan sobrevalorada que todas –sin excepción- caen al primer empujón y se dejan ir. A partir de ese instante mi sibaritismo culinario me ayuda a llevarlas, poco a poco, de su venerada talla treinta y ocho al punto exacto donde a mí me gusta tenerlas, ceñidas en una cuarenta y dos. Hasta hoy no he conocido a ninguna dama capaz de resistirse a la tentación de la gula enamorada.

El proceso de transformación no ocupa más de nueve meses. La noche en que por primera vez se reconocen incapaces de deslizarse en la talla cuarenta del vestido de seda que les regalo, y asumen que han de transitar la brecha que nunca desearon para disimularse en una cuarenta y dos, principia la fase final.

Es entonces, y sólo entonces, cuando decido cómo habrán de morir y que recetas de mi colección utilizaré para saborearlas como se merecen.


*
[Imagen obtenida de Google]

33 comentarios:

montse dijo...

Una mezcla de Batman y Hannibal Lecter....

Paula Sánchez Álvarez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paula Sánchez Álvarez dijo...

Como compensación a mi tardanza (justificada, por mucho que Vuestra Merced insista), me (te) doy el privilegio de cuasi estrenar tu 'buzón de quejas', destacando que, a pesar de saber de antemano (y por enchufe) el argumento de la historia, la magia con la que la escribes me hizo olvidar el final y buscar un cierre distinto, centrado en cualquier otro aspecto... Será que no soy yo mucho del canibalismo o vete tú a saber...

Buenísimo, sin duda. De todas formas, creo que ésto te da para un cuento, como aquel de Oporto... No se bien por qué, pero se me vino a la cabeza al terminar de leerte.

Un beso, me gustó mucho.


P.D: Espero impaciente al 21

Wendy dijo...

Me das miedo.

Wendy dijo...

Ah!, otra cosa: Raquel, no engordes.

XAVIER BLANCO dijo...

Pedro, al principio creí que hablabas de mí, cosa que me asustó un poco -rico, atractivo y culto-, seguí leyendo y me entró pánico, era yo, me habías desenmascarado. Sólo el podido quedarme tranquilo al final, ya que yo las liquido cuando llegan a la cuarenta, pero como buen taxidermista las tengo en el sótano de mi mansión en la campiña francesa. La antropofagia sólo la practiqué con las primeras cinco victimas.

Me ha encantado el relato, la redacción es exquisita y el lenguaje presenta una armonía perfecta.

Una abrazo amigo

Maite dijo...

Muy buen relato, Pedro, con un lenguaje cuidado y exquisito nos llevas por un delicado mundo de maravillas asociadas a la genética, hasta dar la pista culinaria, que será la que en definitiva pondrá la sal para enfatizar el gusto por ese final inesperado.

Javier Ximens dijo...

Qué hp más seductor! Si hasta enamora su forma de expresarse. Felicidades, Pedro, una vez más te introduces en el interior de un personaje para describirle por lo que dice y hace. A mi me ha recordado a la compra de cerdos y cebarlos para la matanza, claro, pero tu te mueves literariamente por un mundo más exquisito. Me encanta el cuidado con el que tratas las palabras. ¿Para cuando un libro con estas maravillas?

MJ dijo...

A mí me ha recordado el cuento de Hansel y Gretel y la casita de chocolate.
De nuevo nos llevas con tu elegancia característica hacia un final totalmente inesperado.
Se le saca mucho jugo a tus micros, Pedro. Eres un escritor como la copa de un pino.

Un abrazo repleto de admiración.

Loli Pérez dijo...

Pedro, cada vez pules más tus relatos y le vas dando más carisma a ese personaje tan encantador, refinado y psicópata a la vez, que pese a todo hace que el lector lo entienda. Puede ser el protagonista de una novela negra, así que sigue moldeándolo, creo que ya tienes para rellenar unos cuántos capítulos...

Abrazos

P MPilaR dijo...

"...De la genética a la Restauración pasando por unas buenas manos de escribidor relatista.
Porque escribes muy bien.
Y porque acabo de encontrarte y decido quedarme unos ratillos por entre tu rincón poético.
Soy Mª PIlar, PiliMpIlar virtual.
Un abrazo

Luisa Hurtado González dijo...

Se huele desde el principio, se sospecha desde ya que ese "ser" encierra un secreto o una trampa. Nos deslizas hasta el final hasta... golpearnos con él.
Muy buena la elección de escribir en primera persona, adquiere mucha más fuerza.

Nel Morán dijo...

También he logrado saborearlas, una a una, en cada palabra que nos lanzas. Empezaré un recetario para volver a llerlo.

Blogsaludos

Unknown dijo...

Comencé a leer tranquila, luego enojada, con un nudo en el estómago. Creo que he subido de peso y este hombre tan gentil...

Bravo, Pedro!!!!!!

Juanlu dijo...

En pie! entra Pedro. Buenismo, me alegro de no ser mujer, no tener 25 y entrar en una treinta y ocho, jejeje

Elysa dijo...

Como dice uno que conocemos ¿para cuando un libro con estas maravillas?
Veo que de a poco te deslizas hacia el género negro solo que en tu caso tus asesinos son más exquisitos. ¡Jo! y exigentes...

Besitos a miles

Inmaculada Reina dijo...

Yo también pensé en Hansel y Gretel. Tal vez el protagonista es el tataranieto de Hansel, que ha heredado el karma de su antepasado, marcado psicológicamente por aquellos momentos terribles que vivió en la casita de chocolate.

Raquel dijo...

El relato exquisito, como el protagonista. Este personaje repulsivo recuerda en cierto modo a Hannibal Lecter...
No te preocupes Wendy, por suerte el personaje no se parece al escritor... De todos modos en casa, desde que contó que le rondaba este cuento en la cabeza, ya lo miran mal cuando acabamos de comer e insiste en que repita...
Besos al escritor!!!

Miguelángel Flores dijo...

Eso es matar finamente, y no a cuchilladas como aquel tal Destripador, Dios, que vulgar era matando.
Una prosa impresionante. Felicidades, Pedro.

Un saludo.

Araceli Esteves dijo...

Un personaje, el tuyo, de lo más siniestro. Tan repelente como creíble. Me ha gustado mucho tu relato y la prosa es impecable.

Miguel dijo...

Desde que comencé a leer ya comenzó a chirriarme el personaje,tanta cultura, tanta perfcción... Sabía que algo escondía.

Un abrazo

Miguel

La mala de la película dijo...

Me echabas de menos? Me siento alagada de que notaras mi ausencia entre tantos y tantos halagos. Muchísima imaginación, no me hago ni la idea de lo que puede pasar por esa cabeza. Bravo, de nuevo. Abrazos :D

La mala de la película dijo...

Bien, creo que me he lucido con lo de "halagada" y "alagada"...No me lo tengas en cuenta, anda, que con tantos exámenes no coordino nada bien

Unknown dijo...

llego del blog de Humberto...y casi me muero del susto...jajajaja
mis felicitaciones por tan buen escrito, casi me convence...

Un beso!!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Elena Casero dijo...

Es la primera vez que vengo pero me ha encantado tu escrito. Vas entrando, entrando hasta encontrar ese final.

Un abrazo

Paloma Hidalgo dijo...

Es una delicia leerte, he detestado a tu hombre perfecto gracias a la maestría con la que le has ido pincelando, poquito a poco, esperando ese momento final en el que el odio no tuviera marcha atrás. Y lo has conseguido, vaya si lo has hecho.

Un abrazo

Pablo Vázquez Pérez dijo...

Hola Pedro.
Me ha gustado el relato sobre todo en el autorretrato del personaje y después cómo encara las relaciones sexuales y afectivas. Y lo mejor es que lo describes bien porque alguien así tiene que tener poca empatía y con sus juicios de valor y visuales lo demuestra.
Lo único que me despistó fue lo de los nueve meses, creí que iba más por el tema de embarazo.
Ojalá lo hayas presentado a algún concurso de terror, porque puede funcionar. Y gracias por tu comentario en sin bulla, que no te respondí aún. Saludos.

Anónimo dijo...

Lo de la gula enamorada es verdad, lo viví en talla propia ¡y mi moreno siempre dice que va a cocinarme en navidad!

Carlos de la Parra. dijo...

Sorpresa me has dado; de nivel de convertirme en un papayazo lanzado de un piso 42, el sibarita resultó ser asesino serial.
Grande, como para cine.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Bien cebaditas, como los pollos antes de ir al matadero.
Muy bueno.

Me gusta como escribes, sí señor.

Rosy Val dijo...

Dirás que qué hago aquí después de tanto tiempo, pero gracias a un comentario tuyo,( aludías a este trabajo en otro blog), he tenido la suerte de conocerlo.
Que tienes una capacidad extraordinaria para mezclar palabras eso ya lo sabrás tú, que me guste leerte... eso es cosa mía, jajajaaj
Con tu permiso voy a seguir buscando joyitas antiguas...