miércoles, 23 de mayo de 2012

AUSENCIA





La decisión de ocultarle el accidente porque era muy pequeña para entender la tragedia y asumir la magnitud de la pérdida fue de su madre, que apostó por ignorar la tozudez de la realidad y así escamotearle el sufrimiento. Pero los niños siempre distinguen los sentimientos que se embozan detrás de las palabras.

A pesar de la inocencia de sus cuatro años, durante el día ella finge que todo es igual que antes; pero por las noches se duerme con los ojos preñados de lágrimas perennes que nacen de su desconcierto y su miedo a esas pesadillas que no dejan de asediarla.

Cada noche estoy con ella mientras el sueño vence su resistencia y espero a su lado hasta que despierta temblando y me llama a gritos, con un «Papaaaaa» desgarrador. Entonces me acerco a consolarla y le susurro al oído que no tenga miedo, que todo está bien, que papá ya está aquí para cuidarla.

Pero la escena se repite una noche tras otra. Aunque mis palabras parecen tranquilizarla, se estremece, aterrada, cada vez que su madre se presenta en la habitación y –con un gesto percudido de desconsuelo- le repite que ya le ha dicho muchas veces  que no me llame, que estoy muy lejos y que no sabe cuándo podré volver.


*
[Imagen obtenida de Google]

-o0O0o-

70 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Sí que son frágiles los peques para estas cosas, sí, y en su mente la realidad y la ficción no está bien delimitada.
Me ha gustado la vuelta de tuerca final (ah, Henry James).
Un abrazo, Pedro.

Unknown dijo...

Los niños intuyen más de lo que pensamos los adultos, que sean pequeños no significa que sean tontos, para nada. Su antenita capta al vuelo toda y cada una de las cosas que suceden a su alrededor.
Ese volteo final de personaje ha estado genial.
Saludoss!

Sergio Cossa dijo...

Pedro, una narración perfecta, como debe ser.
Es bueno venir a leerte.
¡Abrazo!

Melvin Rodríguez Rodríguez dijo...

Una narración que fluye suave como un río y poco a poco nos inserta en su mundo, en la tristeza de los personajes, en el sentimiento de querer tocar a un ser que ahora es intangible.

Las primeras líneas me advirtieron el final, pero curiosamente me gustó que la historia fuera así. Tiene un aire de narración Kafkiana, que más que noquear, arrulla y abraza al lector. Me recordó un vals que escuché hace mucho y que contaba una historia así.

Un relato lleno de dulzura. Felicidades Pedro, saludos!

Javier Ximens dijo...

Pedro, tremendo, más tierno que nunca. Ya te comentaré, que Saly anda de cumple y me invita a cenar.

Miguelángel Flores dijo...

Qué bueno, qué gusto, cuánto tiempo nos tienes en ayunas, Pedro....
En el tercer párrafo predije la historia, pero no le restó un ápice de ternura y belleza al micro. Y esos ojos preñados de lágrimas me parece una de esas maravillas que sabes crear para el difrute de los demás. Me encanta tu escritura, Pedro.
Abrazos. O más.

escarcha dijo...

Hermoso, deja un extraño gusto amargo, ella un día dejará de asustarse cada vez que él acuda para tranquilizarla.

Abrazos!

Puck dijo...

Hay cosas que no se les pueden ocultar a los niños. Muy bien llevado el micro
un saludillos

Laura dijo...

Pedro, ...¡por fin has vuelto!. Y qué bien que lo hayas hecho de esta forma, igual o mejor que antes, porque he de suscribir a los anteriores y decir que me gusta cómo escribes. ¿Sabes?, también pensé, conociéndote un poco, que cambiarías y girarías al final. Ese abrazo del padre me sonaba a algo intangible, y la madre ya se había anunciado al principio claramente, al intentar ocultarle el accidente.

Buen micro para un ausente que ha regresado.

BESOS.

Raquel dijo...

Ya tenía ganas de leerte!!!
El cuento, duro, es fácil imaginárte en la situación cuando tienes hijos. Y estoy de acuerdo con Puck, estas cosas no se le pueden ocultar a los niños, pobrecilla, no entenderá nada... Además, es imposible superar algo de lo que no se puede hablar.
Me ha gustado mucho. Y no tardes tanto en volver a escribir, por favor.
Biquiños!!!

Rosa dijo...

Plas, plas, plas, plas...Redondo.

Besos desde el aire

Anónimo dijo...

A veces entramos y salimos de los mundos que no hubiéramos querido habitar como si nos acosaran las puertas giratorias...Todos hemos tenido cuatro años al leerte.

Un abrazo

ESPERANZA dijo...

Pedro, ya se te echaba de menos en la blogsfera.

Los niños sufren mucho más por lo que no les dicen, que por lo que saben a ciencia cierta. Les machaca más la incertidumbre que la desgracia.

Me ha gustado mucho ese aire del micro y la "tozudez de la realidad" o "escamotearle el sufrimiento" son expresiones redondas.

Un abrazo,

Dilaida dijo...

Precioso, me encanta.
Bicos

Cabopá dijo...

Esa imagen de los ojos "preñados de lágrimas"es una preciosidad...Todo el relato, lo es.

Reconozco en la escena "el terror nocturno" de los niños, mi hija los tuvo.

Agradezco tu forma de escribir, tan clara y meridiana de los hechos reconocibles..

Sabes, se te echaba de menos.Besicos

Bee Borjas dijo...

Ay mi amigo!!!
Es paradójico...
Algo tan bello y doloroso a la vez. Bordas tus textos y se sabe que te pertenecen.
Y eso no tiene precio.
Es un gustazo leerte, Pedro!!!
Te dejo un abrazo enorme!

Nicolás Jarque dijo...

Pedro, ¡ya era hora de que volvieras a publicar!

Es un relato de mentiras y de ternura. De amor, realidades y fantasmas. Muy bien hilvanado y resuelto.

Los padres nunca se olvidan de sus hijos y estos de sus progenitores, ni aunque estén tan lejos como tu protagonista.

Excepcional.

Un abrazo fuerte y a seguir escribiendo.

Anónimo dijo...

Excelente, Pedro. Y sí, los más pequeños y pequeñas se dan cuenta de todo.

Abrazo

Sandra Montelpare dijo...

Impecable y redondito, Pedro! Pero sobre todo cuánta sensibilidad para contar!!!
Los niños captan todo. Una vez una alumna de seis años me dijo "Antes que me digas nada, ese que me vino a a buscar no es mi papá. Es mi tío. Mi papá se murió porque un camión lo pasó por encima cuando volvía a casa en bicicleta. Yo lo sé." Así, sin vueltas. Estuve llorando semanas enteras.
Un placer leerte, Pedro. Saludos van!

Celsa dijo...

Me encanta el juego instalado en el texto: ausencia-presencia. Será quizás porque siento que quienes ya no están materialmente son presencias que se instalan en la vida cotidiana de otro modo, como presencias diferentes....Me encantó. Espero que sigas creando, gran creador.

Anónimo dijo...

Pedro: Me gustaría hacerte una consulta, ¿me podés pasar un mail de contacto?

Gracias

Saludos

Miguel dijo...

Espero que ese horno de la creatividad haya entrando en funcionamiento durante mucho tiempo y no de forma casual.

Palabras las justas para una narración pefecta, sensible y que llena de emoción.

Gracias Pedro por compartir tu talento con nosotros.

Miguel

Mei Morán dijo...

Me alegra leer de nuevo una entrada tuya. El texto me ha parecido tierno y desgarrador. Y por supuesto me gusta mucha la vuelta del final.
Un abrazo

Petra Acero dijo...

Pedro, parece que nos tenías a todos esperando. Y ha merecido la pena.
Tremenda y tierna la voz del narrador.
Un buen relato.
Abrazos.

Mar Horno dijo...

Pedro, eso de tenernos en sequía tanto tiempo no se hace. Un texto muy tierno, emotivo y terríble.Los niños sufren más que los adultos, para ellos cualquier detalle les parece un mundo y son intuitivos hasta límites extremos. Yo siempre intento decir la verdad a mis niñas, pregunten lo que pregunten. Un niño no perdona que le mientan. La figura del padre fantasma me encanta, es lo que quiero creer, que quien nos quiere siempre permanece con nosotros. Un abrazo.

Isabel Merino González dijo...

Fantástico Pedro, has conseguido transmitir el desconsuelo de los tres personajes. La ausencia se apodera de todo el relato y traspasa esta pantalla y haces que cada uno de nosotros, sienta la propia. Siempre hay alguien a quien gritarle que vuelva.

Un abrazo

Isa

Susana Camps dijo...

Impecable, directo, emotivo, y todo lo que ya te han dicho. Lo previsible no quita un ápice de placer en la lectura, ese acercamiento a la desolación infantil es impagable.
Enhorabuena.

XAVIER BLANCO dijo...

Pedro, eres un artista de los sentimientos, de las emociones, de las congojas. La vida es así y no se deja de sufrir ni después de muerto. Dotas el texto de una verosimilitud extraordinaria y todos vemos ese padre acariciando etéreo la nuca de la niña, y de la madre. Un abrazo.Un abrazo y felicidades por el texto.

Anita Dinamita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anita Dinamita dijo...

Pedro, que bonito!
Y qué alegría tu vuelta, aunque nunca te he sentido "ausente".
Una amiga mía murió y su hijo de 6 años la ha seguido viendo, no sé cuanto tiempo, no sé si todavía, pero ella le acompañaba. Pero no lo podía hablar con su padre.
El desconcierto y el miedo no viene de esa presencia sino de las mentiras, de no entender por qué la madre dice que él no está, cuando ella lo siente.
Bonito y bien narrado, of course.
Abrazos

Loli Pérez dijo...

Pedro, me alegra que hayas vuelto a escribir y a deleitarnos con tu prosa. Admiro como consigues con tan pocas palabras transmitir tantos sentimientos, imágenes, esa situación terrible. Me impacta cuando usas ese tipo de narrador, que sin ser omnisciente lo es.

Un abrazo enorme

MJ dijo...

Leo tus textos muy despacio, saboreando cada frase, cada palabra... Y cuando llego al final se me escapa una sonrisa. Y vuelvo a leerlo.
Preciosa joya literaria, Pedro.

Un abrazo.

Luisa Hurtado González dijo...

Intuí el final pero... eso no ha quitado ni un ápice de elegancia y buen hacer al texto.

Lucas Fulgi dijo...

A pesar de lo predecible del final, está bien trabajado el relato... Es desgarradora esa ausencia, y no puedo dejar de imaginar también el dolor de la madre al escuchar noche a noche los gritos de su hija.

Unknown dijo...

Completamente de acuerdo con Lucas. He visto el final desde la primera frase y no por ello me he conmovido menos. Desgarrador.
Felicidades!

Enmascarado dijo...

Creo que en una ocasión te comenté que me encanta como tratas tus textos. Creo que los mimas al máximo y le sacas mucho partido.
Tu historia agridulce de hoy me hizo recordar algo personal que me recordó la fragilidad de un niño. A esas edades nadie está preparado para perder a un padre o una madre.
Me alegró volver a leerte, pero ahora con tu fantasía.
Un abrazo.

Manny dijo...

Pedro, hay mucha distancia entre el último y este. Si me has generado en mí el vicio de leerte, ahora tienes que mantener mi adicción.

Con respecto al micro,es tierno, dulce y muy bien llevado, pero hoy como estoy de humor crítico, me voy por el otro lado.

Me da la impresion que estás tratando de ver la reacción de tus seguidores y conmigo vaya si lo has logrado. Desde "La decisión de ocultarle el accidente porque era muy pequeña..." ya supe adonde irías. Esto me recuerda a un cantaautor amigo, que al comienzo de su carrera combinó cuatro notas y pensó que ya tenia un estilo.

Tu eres mas que eso.

Esperemos que la proxima esté a tu nivel.

GeNN dijo...

Buen microrrelato, Pedro, aunque podamos suponer el final. Siempre digo que lo importante en la literatura es cómo está contada la historia, porque todas las historias ya están contadas.

Un saludo, amigo.

Mariela dijo...

Concuerdo con otros de tus lectores; este no es un cuento típico tuyo, Pedro, y me parece bárbaro que indagues muchos caminos diferentes y que des buenos textos en todos ellos. A no encasillarse. Y a seguir escribiendo. Abrazo.

Janial dijo...

Ufff... menos mal. Creí que nos habías dejado huérfanos.

Arte Pun dijo...

Hola Pedro, estupendo relato. Los niños como tú apuntas saben más de lo que pensamos, y los sentimientos hablan aunque calles.
Gracias por el relato. Un abrazo

David Moreno dijo...

Buen micro, tierno, un tanto triste, pobre niña... y aunque se ve algo venir, está muy bien narrado y expresados los sentimientos de la ausencia.

Un saludo indio
Mitakuye oyasin

matrioska_verde dijo...

a los niños no se les debe escamotear la verdad, hay que contarles las realidades pero de modo que las entiendan.

lo que no se entiende desconcierta más.

en pocas palabras nos cuentas mucho.

biquiños,

Javier Ximens dijo...

Pedro, tus dos primeros párrafos me hacen creer en un narrador omnisciente. En los dos últimos utilizas el narrador en primera, también omnisciente, y sin embargo no me produce ningún descoloque. Creo que todo ello es un acierto narrativo que no todo el mundo sabe hacer.
Por lo demás el relato es de una delicadeza y ternura extrema. Aprecio también el amor de la madre, quizás con una opción equivocada, pero cómo el padre sabe comprender.
Sabes escribir directo al corazón de las personas, no nos dejas indiferente.
Te felicito por escribir así, jovencito.

María Eva Ruiz dijo...

Pedro, un relato agridulce por la historia que nos cuentas. Llena de amor que traspasa dimensiones. Por muy predecible que pudiera parecer es emocinante leerla hasta el final.
Me ha dado alegría encontrar tu comentario en mi blog y he venido a ver qué nos habías dejado escrito en el tuyo. Tienes un estilo inconfundible y me encanta leerte.

Un abrazo,

María Eva.

Arturo dijo...

Pedro:
Bioy contó que en ocasión de escribir "La invención de Morel", para no correr riesgos con ese libro, utilizó adrede oraciones cortas en el texto. Tal confesión, de parte de uno de mis escritores predilectos, me obliga a utilizar tal técnica.
Más allá de que tu texto es muy bueno, por las atmósferas que genera a lo largo del mismo y el argumento en sí mismo, encontré la primera oración demasiado extensa; de hecho, debí leerla otra vez para interpretarla, pues me desconcertó hallar "fue su madre" al final de la misma.
Es quizás una cuestión de estilo y nada más, un detalle menor, pero quiero entender que invitas a criticar con sinceridad, para obtener retroalimentación ("feedback", se diría).
Por caso, ahora estoy en guerra contra los adverbios en mi redacción. Y es una lucha ardua, pues significa pensar otra vez cada oración.
Lo más importante de todo es que me gustó leer tu relato, que -al fin de cuentas- es lo más importante en estos casos.
Un saludo cordial.

Lola Sanabria dijo...

Aterrador y tierno a un tiempo este relato sobre desencuentros, ocultaciones y dramas familiares.

Abrazos a pares.

Elysa dijo...

Casi me despisto, pero no. Pedro has escrito un relato tierno y a la vez duro. El título muy apropiado, esas ausencias contada por el mismo ausente, dándonos una visión del dolor de la hija.
Como siempre un gran texto, para no olvidar.

Besitos

Anónimo dijo...

doloroso, no sé si e más doloroso lo que siente la niña o lo que siente la madre que no se anima a a entregarse con mansedumbre

hermoso relato, duele

un abrazo

Xesc dijo...

Narrado de forma exquisita, a veces no es necesario crear un giro final o darle una vuelta de tuerca a un texto. Adelantas la historia en el título. Y nos llevas suavemente hacia lo inevitable, lo previsible, hacia la tragedia sin caer en el melodrama a pesar de usar la voz del padre.
Abrazos

Melvin Rodríguez Rodríguez dijo...

Pedro, pasa por mi blog cuando tengas oportunidad. Tengo que comunicarte algo interesante.

Javier Merchante dijo...

Perfecto, Pedro. Exquisito. Me gustaría pedírmelo para cuando salgamos de lo que tenemos pendiente, que ya está al caer.
Estos muertos tan vivos, tan bien escritos, me encantan...

Fernando Rubio Pérez dijo...

Como recién llegado, lo primero es felicitarte por el blog.
Prometo pasarme en más ocasiones.
Y ahora te felicito por el relato que está muy bien, de verdad. Los niños... tan frágiles, pero no mucho más que los adultos, no nos equivoquemos. Tienes buena pluma, Pedro. A seguir.
Un abrazo.

Paula Sánchez Álvarez dijo...

Me encanta, como siempre. Pero me da miedo que te hayas encasillado en un final común... Vete a los extremos, que dicen que no son nada buenos y, oye, alguna vez habrá que probarlos.

No mucho, sólo un ligero cambio.

Al margen del cotilleo sano, muy bonito. Bien llevado, con esa intriga. Muy riquiño también.

Carry on.

Un beso desde la penumbra de los exámenes finales

Araceli Esteves dijo...

No se puede escamotear el sufrimiento a un niño, sólo acompañarle en él. Lo que hace muy bien ese padre, ausente, pero no tanto. Muy bien contado, como siempre.

Gemma dijo...

Buen micro, Pedro. Los sueños permiten ese desahogo imposible durante las horas del día. Los niños lo saben muy bien.
Besos

Yolanda dijo...

Un micro duro que deja al descubierto el vendaval de sensaciones que asolan la vida, cuando otra que nos es vital desaparece de nuestro lado, el hecho de ser narrado ha través de la figura de la niña lo hace más intenso.

Elena Casero dijo...

Me ha gustado mucho Pedro, es muy tierno, muy triste, muy dramático. La soledad de la niña, la aparición del padre y la desesperación de la madre o la inconsciencia, no lo sé muy bien.

Un abrazo

Patricia Nasello dijo...

Me has hecho emocionar, Pedro. Y no quisiera que fuese un cuento fantástico. Ojalá sea cierto para la pena de un niño en alguna parte, alguna vez...

Un fortísimo abrazo

Sergio DS dijo...

Textos como éste resultan estremecedores, desgarran por dentro. No soy capaz de asumir el sufrimiento de los niños, y menos por la ausencia de los que más les quieren.

Claudia Sánchez dijo...

Oye, Pedro ¿te has colado por la ventana de mi niño?
Antes que nada, agradecerte tu visita por mi casa. Yo ando con poco tiempo, por eso valoro mucho más los comentarios.
Respecto de este texto, coincido con el colega en la dificultad de las frases muy largas. Son una tentación, lo sé, pero son traicioneras.
En el último párrafo, el "se estremece, aterrada" asociados a la madre, nos hace temer lo peor y le confiere cierta rudeza a esta madre desconsolada.
Este no es un texto con el que pueda ser muy objetiva, Pedro. Sabrás perdonarme, pero es un acertadísimo retrato de la realidad que toca directo en el alma.

Saludos!
.

Pablo Vázquez Pérez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pablo Vázquez Pérez dijo...

Por una parte qué bonito lo del padre, pero por otra es un poco torturador para la niña. Pero el relato fluye como una corriente que te envuelve hasta la última palabra. Gracias por hacerme buscar el adjetivo "percudido". Bueno, el verbo percudir, lo desconocía y es un acierto para describir lo que mancha el desconsuelo.

Towanda dijo...

Recomendada por Ximens y sorteando las dificultades que siempre me encuentro al entrar un tu blog, hoy la providencia me permite leerte en este relato redondo.
Niños, muertes, sueños y fantasmas...
Felicidades.
Un saludo.

Juan Yanes dijo...

Es un cuento magnífico, Pedro. Te lo he robado y lo he puesto en la Máquina. Gracias. Un saludo afectuoso.

virgi dijo...

Vengo del blog de Juan.
Un relato redondo, estremecedor y emotivo.
Un placer leerte, visitarte y compartir el blog de Juan.
Besos, Pedro.

silvia zappia dijo...

vengo desde el blog de horacio, a leer tu "ausencia".

un gusto conocerte*

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Esta tan exquisitamente escrito como sueles, aunque esta vez te vi venir.

Unknown dijo...

que triste! me dejaste con una sensación rara en el pecho.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hace tiempo que no me hace llorar un relato, y tu Ausencia lo ha conseguido. Fantástico Pedro. Berta