Mi tío Manny emigró a Australia cuando yo aún no había comenzado el colegio. Desde entonces volvió a visitarnos sólo en una ocasión, poco tiempo después. El silencio de los años sin noticias logró que todos en la familia fueran olvidándole poco a poco.
Todos menos yo.
En aquella única visita me trajo de regalo un bumerang del que pronto me aburrí. Ahora bien, cuarenta años después, aún no he logrado deshacerme de él.
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9 comentarios:
Me alegro Pedro de que hayas abierto este espacio de reflexión. Es tierno, duro y profundo. Es una metáfora de los recuerdos que no se van, ese boomerang que siempre vuelve, aunque no juegues con él. O esos traumas. Me gusta.
A mi también me gusta. Yo creo que en esos 40 años alguna escapada se ha hecho a Australia el boomernag, luego ha vuelto y no te has dado cuenta. Cuestión de preguntarle.
La retranca gallega se esconde en tus pensamientos, me gusta como suena esa retranca.
Blogsaludos
Me gusta, Pedro. ¡cuantas cosas resuenan en el vuelo de este bumerang.
Me alegra "un puñao" encontrarte por aquí de vez en cuando.
Besitos
El bumerang siempre vuelve... ,D
Un saludo.
Me quedo en tu casa con tu permiso.
Pedro.
Un boomerang regresa y se queda, no sólo porque aerodinámicamente corte el aire, sino porque se ha encariñado contigo.
Saludos.
Otra forma de expresar tu simpático chiste... Un beso!!!
Pedro, a veces los objetos o ciertos elementos nos recuerdan a personas lejanas o que ya no están.
Ese boomerang es algo significativo y sobre todo ese extraño apego que no te deja deshacerte ni de él.
b7s
L;)
Si es que hay regalos que se empotran a fuego lento en nuestra vida. Y lo peor no es que se queden sino que nos hacen pensar a veces.
Miguel
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